miércoles, 5 de agosto de 2009

Éstas sí que son cuecas

Por más que sean baile nacional por decreto, las cuecas siguen siendo una música desconocida.
Fue un trabajo de años el que quedó trunco cuando Luis Hernán Araneda, El Baucha, dejó de trabajar en El Chancho con Chaleco. No recuerda exactamente cuándo, pero sí por qué: la administración le exigió que se disfrazara de huaso para cantar cueca. Y él dejó todo botado. "Salir de huaso, ¿para qué?", argumenta. "Los cinco discos de cueca que yo he hecho los he cantado con corbata".
Don Luis Hernán Araneda tiene autoridad suficiente como para haberse evitado el disfraz: de sus 74 años lleva 68 cantando cueca y es uno de los tres integrantes de Los Chileneros, auténtica academia de cueca urbana. Pero ésa es una de las contradicciones por las que atraviesa esa música.
Ya no es que septiembre sea el único mes chileno del año, según el ya manido lugar común de los folcloristas. Es que por más que sea baile nacional por decreto y por más que sea pasto para los más feos jingles del año -¿alguien tolera una pasada más de ese aviso radial que vende teléfonos celulares y libre expresión todo en uno?- las cuecas siguen siendo una música desconocida.
Las cuecas. Todas ellas. Las cuecas de cada uno de los paisajes chilenos, la cueca "chora" de la familia Parra, la cueca pulenta de Pepe Fuentes y María Ester Zamora, la cueca porteña de cantores del siglo pasado y de nombres como el Cuadradito, el Estropajo, el Mascareño o el Periquiño; la cueca brava de don Nano Núñez, de Los Chileneros y de la asombrosa genealogía santiaguina y arrabalera que la avala con nombres de cuequeros ya legendarios y/o difuntos como Eduardo Mesías, Fernando González Marabolí, Humberto Campos, Carlos Espinoza, el Pollo; o Luis Contreras Reyes, el Burro, el hombre que iba a echar tallas profesionales a las peleas de boxeo del Teatro Caupolicán.
Hay saludables señales de la vigencia de esa música en cosas como la edición de un disco en vivo nuevo de Los Chileneros, la cumbre de cuequeros de antiguo cuño que será La Yein Fonda este año, o las grabaciones de cueca brava que publicaron grupos jóvenes como Los Santiaguinos o Los Chinganeros, educados al alero de eminencias de la vieja guardia como Fernando González Marabolí.
La irrupción hace un par de años del fenómeno de "Buena Vista Social Club" fue una especie de milagro tras el cual el mundo pudo descubrir una música centenaria, tal como lo es escuchar el legado de los viejos músicos de blues de Estados Unidos. Pero fue sobre todo un test de inquietud. ¿Cuántas otras prendas como esas hay vigentes en otras partes del mundo? No hay que mirar demasiado lejos para descubrir varias de ellas en Chile. La cueca es una de ellas, por no mencionar la tradición milenaria que mantienen viva los guitarroneros de Pirque o la legión de payadores que va desde veteranos como El Chincolito de Teno a nuevos poetas como Manuel Sánchez. Quedarse en Compay Segundo es pensar global, pero ya está claro que pensar global siempre será quedarse corto de vista con lo que está al lado.

David Ponce
El Mercurio
Sabado, 15 de Septiembre de 2001