lunes, 10 de noviembre de 2008

El Baucha. Luis Araneda, fundador de los Chileneros, cuequero mítico (2ª parte).

RUEDAS
En ese ambiente se daban las ruedas de cantores, competencias de cueca...
-Sí, se juntaban en ruedas, eran de viejos. En los conventillos, mujeres, hombres, pedían un chuico de vino y se ponían a tomar, se ponían a cantar. Un causeo de cebolla, de serdina, de salmón, con una güeá grande comían todos. Cuál de todos con una bufanda, un pañuelo de seda al cuello blanco, cuando no eran medios aniñados, llegaban con un clavel en la oreja. Yo a los 13 años conocí todas las casas de putas de Santiago cantando. Pero no por cagao, andaba con amigos. Porque cantaba bien y los güeones de plata me llevaban a cantar, pero estos güeones de ahora se ponen a hablar güeas que no han existido.
¿Qué hay con eso de que por la cueca corría sangre?
-Peleaban poh, sí, peleaban. Habían muchos insultos en la cueca, después que terminaban de cantar y si les parecía mal salían a pelear a tajos los culiaos.
Porque las cuecas no se cantaban como ahora, que todo tiene que pegal. Nada, antes se cantaban pedazos de cueca.
Pedazos de cueca, ¿cómo es eso?
-¡¡Pedazo, poh!! (grita enérgico, como diciendo: no me pregunte huevadas). Se cantaba la mitad de una cueca, el otro pescaba otro verso y terminaban echándose tallas en la huevá y ahí salían las peleas a tajos. Claro, era re jodio. Mire, si las cuecas se comenzaron a cantar completas no hace ni veninticinco años. Hoy día no, poh, usted saca una cueca y tiene que pegar todo, se cantan enteras...
Y esa cueca que se cantaba ahí, en esas ruedas donde se peleaba ¿era la cueca brava?
-Noooo, en ese tiempo no había cueca brava, nooooooo, cueca no más. Cueca, era cueca (enojado). Si este viejo -y apunta con la boca el retrato del Nano Nuñez y se frena, como aguantando el adjetivo- no halló qué ponerle a la cueca y le puso cueca brava. Si él es el que le puso esa güeá. Si esa güeá de la cueca brava no ha existido nunca. Él, él -y vuelve a apuntar, acusador, a Nano Nuñez- no hallaba qué hacer y le puso así a esa güeá.
¿Por qué el Nano le puso cueca brava?
-Puta, cosa de él; vaya a preguntarle al cementerio, no ve que me está preguntando güeás que no tienen na que ver...¿Qué tengo que saber por que le puso cueca brava a la güeá? Cuando cantábamos nosotros no existía esa güeá. El viejo le puso a esa güeá de cueca brava, porque se creía choro, pero no fue nunca ni una güeá. Si ese güeón era pintor de micro.
¿Cómo se conocieron con el Nano Nuñez?
-Ese güeón era pintor de micros, no era cantor, no le dije. Yo era el que cantaba bien. Pero el viejo era maldadoso, cuando el conjunto ya estaba bien constituido y ganábamos una estuatuilla, el viejo se la llevaba para la casa.
¿Por qué se distanciaron?
-Una vez le pegó a un compañero mío. Era cachetón y los gueones cachetones a mí no me gustan. Entonces yo le dije: no grabo más con vos, lo mandé a la chucha y no le hablé en veinte años y se acabó la güeá. Si era un conchesumadre, no po que esté ahí en la pared muerto el culiao no voy a hablar. Envidioso, cabrón, las quería todas pa él, las tenía todas.
¿Usted era el bueno para el canto...?
-Yo con el Perico, los dos éramos los cracks... Él se metió con otro grupo a enseñar lo que era la cueca brava y la güeá. Era un güeón de mierda.
¿Qué hay con la vestimenta, con el pañuelo de seda al cuello y esas cosas?
-Esas güeás son de los antiguos, no de los güeones de hoy día. Esa güeá del pañuelo la hablaba el Nano y los cabros engrupidos se ponen el pañuelo al cuello. Él les enseñaba eso a los güeones. Si el viejo les hubiera dicho: 'canten cueca con un palo metido en la raja', se habrían metido un palo en la raja y cantado. Claro, poh, les decía "hay que ponerse pañuelo de seda y la güeá" y todos los güeones lo hacían. Yo sé mucho más que ese culiado. Ese güeón del Nano no servía ni pa lustrarme los zapatos. Yo soy cantor, poh. Todos los güeones hoy hacen lo que enseñaba el Nano y él nunca fue un gran cantor. En todos los discos que tenemos, él no suena en ninguna parte.
El Nano decía que La Consentida era una cueca mal hecha, que no respetaba la métrica.
-Mire, pa eso vaya a preguntarle a ese güeón que está muerto. Ése es crítico, yo no critico ni una güeá, amigo. Si estaba mal hecha pa' qué chucha la grabaron entonces. Los culpables son los sellos, pa qué voy a criticar al que hizo la cueca. Él hizo una cueca y se la aceptaron y después que la grabaron vienen a hacerle problema. ¿Quién le contó eso de La Consentida?
Lo leí por ahí, lo dijo Nano Núñez
-Aaaah, ¿no ve, poh? Usted está aprendiendo puras güeás de ese viejo culiao mentiroso, iñor.
Bueno, por eso lo vine a entrevistar a usted...
-Mire, a ese hombre que está muerto usted le tocaba una cueca bonita, encachá, bien hecha, de e esas que no tienen ná que hacerle y el güeón se la encontraba mala. Una vez no le aguanté. Le dije esta cueca es mía y voy a grabarla y cuando me dijo "no", le dije "grábala vos, poh, conchetumare... y la grabé la weá". La consentida se sacó el primer premio y el Nano dijo que estaba mala, viejo ignorante y la conchesumare, hallaba todo malo. Un día hasta me dijo que las cuecas de Efraín Navarro eran malas. El negro (Navarro) tocaba la guitarra más lindo que la chucha. Yo trabajé años con él. Era medio aindiado, era güen compositor, era un güeón grande. A él un día le halló una cueca mala. El Nano estaba enfermo y todos le decían don Nano y la güeá y lo agrandaron. Si él hubiera estado aquí no le habría dado la entrevista, le hubiese tenido que pagar 100 ó 200 lucas.
¿Oiga y qué opina de que a los jóvenes les guste la cueca?
-Es bonito, si a los cabros ricachones pa allá arriba les encanta. Yo he ido a cantarle a mucha gente, a los gringos. Los gringos se ponen la güeá de chaleca en la cintura y comienzan a saltar, parecen indios los güeones, pero les gusta la cueca.

Por Joaquín Riveros · Fotos: Alejandro Olivares
The Clinic
Jueves 11 de Septiembre de 2008 · Año 9 · Nº 259

sábado, 4 de octubre de 2008

El Baucha. Luis Araneda, fundador de los Chileneros, cuequero mítico (1ª parte).


Se pasó la vida como el segundo del grupo pese a que fue el impulsor. Ahora es el único sobreviviente y cuando alguien le pregunta por Nano Núñez, su eterno compañero de canto, revienta a garabatos. Don Luis es bueno para la chuchada y las saca cuando recuerda cómo era el Santiago en que se crió, con viejos que se juntaban a cantar, tomar y agarrarse a cuchillazos en las casas de putas. ¿Cueca brava era eso? "Esa güeá no ha existido nunca", dice indignado en medio del renacimiento de "La Chilena".
El taxi llega puntual a las 9 de la noche y se estaciona frente al restaurant El Huaso Enrique, a dos cuadras de la Quinta Normal de Santiago. Es jueves y en un par de horas, como todas las semanas, el lugar va a hervir de gente joven bailando cueca. Un espectáculo impensado una década atrás, pero habitual tras el renacimiento de "la chilena" de los últimos años.
La puerta del taxi se abre y baja un viejito menudo, de terno gris, corbata celeste y pelo blanco, seguido por un hombre algunos años más joven, ciego, que para avanzar se apoya del hombro de un tercer hombre que carga en un estuche de género algo que debe ser un piano eléctrico.
El viejito de terno gris y pelo blanco es Luis Araneda, el Baucha, el último de Los Chileneros, el conjunto folklórico que grabara por primera vez en 1967 la cueca brava. Una hija huacha, bastarda, no reconocida del folklore hasta entonces dominado por la cuecas y las tonadas oficiales al meloso y engominado estilo de Los Quincheros.
Si Los Quincheros son la máxima expresión de una chilenidad oficial, de salón, memorizada como tarea en las escuelas durante Pinochet y acompañante fija del rodeo patronal, Los Chileneros son su antítesis. Son los representantes de una chilenidad profunda, marginal, que sobrevivió, cultivada por peones, obreros, matarifes y gente del pueblo en los puetos como Valparaíso, San Antonio o Coquimbo o en mataderos y mercados como La Vega o barrios pinganillas de Estación Central o Franklin, arrenglándoselas con lo que viniera como instrumento: un par de conchas de ostiones o choros en los puertos, unos tapabarros viejos o un par de platillos de té, en las ciudades, hacían las veces de percusión. Luis Araneda, el Baucha, el viejito del pelo blanco que llega puntual a las 9 de la noche al Huaso Enrique, es el último sobreviviente aunténtico de esa cueca.
En una curiosa jugada del destino, el Baucha se sienta en una mesa justo frente a un retrato del Nano Núñez, su eterno compañero junto al Perico y al Chico Mesías, en Los Chileneros. El Nano Núñez, muerto en 2005, gastó sus últimos años enseñando a cabros jóvenes la chilena, como una forma de evitar su desaparición. Ese traspaso se tradujo en la aparición de una serie de conjuntos jóvenes, como Los Santiaguinos, Los Trukeros y cuyo cultor más mediático es el actor Daniel Muñoz y su grupo 3x7 son veintiuna.
El Baucha, a diferencia del Nano Núñez, nunca quiso enseñar su arte, lo que le valió un eterno segundo plano tras el Nano, pese a que fue el Baucha quien gestó la grabación histórica de la cueca brava en el disco "Cueca centrina".
"Nooo, yo no le enseño a niún culíao, es pa quebrarse la cabeza, ¿quién me va a pagar? Tendría que ser en oro, porque me voy a volver loco si me toca un güeón duro de cabeza. A mí me han llamado güeones de plata pa que les enseñe cueca, de allá de Las Condes...ándate a la con-che-tu-maaaaaaadre, les he dicho. Que aprendan solos los culíaos", dice con tono enojado.
¿Cómo aprendió a cantar, don Luis?
-Partí cantando de niño, a los 5 años. Yo no tuve maestro. Escuchando a cantar aprendí, no con un maestro. Oyendo cantar, oyendo versos, lo que decían y me le quedaba en la mente.
El Baucha se crió en el antiguo barrio de la Estación Central de Santiago, hasta donde a mediados del siglo XX llegaban los trenes cargados con carne, frutas y verduras desde el sur, para luego ser repartidos en Santiago. Allí partió cantando arriba de las carretelas repletas de sandías.
"Mi papá tenía carretela y las fletaba para transportar la fruta a los almacenes. Los viejos le decían a mi papá que yo cantaba bonito, así que me subían arriba de un carretón y las ofrecía. "Sandías con canto, sandías con canto".
Oiga, don Luis, usted se crió en el barrio de Estación Central...
-Sí, en el barrio de Chuchunco, ése es un barrio bravo, muy bravo. Esos güeones eran más tomadores, se mataban peleando a tajos por las cuecas, peleaban y peleaban. Ese barrio quedaba desde Borja, donde está Romualdito, hasta Velásquez. Ése era el barrio Chuchunco pa abajo.
¿Y usted que hacía ahí, en el barrio Chuchunco...?
-¿¡Cómo que qué hacía!? Yo ahí vivía pues, qué iba a hacer ahí, si no iba a saludar.
La silla del Baucha da frente a frente al retrato del Nano Núñez, que mientras el Baucha se larga a hablar, parece mirarlo como vigilando cada respuesta. Dos vinos le abren la sonrisa y despiertan los ojos del viejo, que no repara en cepas, ensamblajes ni siutiquerías.
¿Su papá que hacía don Luis?
-¡Tenía carretooooón, no le dije!, yo trabajaba con él.
¿En qué consistía ese trabajo, qué hacía?
-Fletaba, ¿sabe lo que son los fletes? (indignado)...
¿Yo leí que usted cantó con un Sr. Santa María?
-Con el viejo Santa María, claro que canté con ese viejo cabrón. No, ese viejo era cochero, cuando no habían autos aquí, habían puros coches a pila. Trabajaba ahí en Ecuador con la Alameda, ahí se paraban los cochecitos de pila, que se llamaban. Usted iba para la Pila del Ganso, entonces pescaba un cochecito, 5 personas, o seis, tres atrás y tres adelante, cabían como siete. Entonces se daban la vuelta por la Alameda y después se venían por Ecuador para arriba.
A caballo...
-No, poh, a caballo, no iban a ir en carretilla los güeones. Sí, a caballo, en un coche, por algo se llamaban coche pila. Todavía esos existen en Valparaíso.
En ese barrio, por los años 40, había buenos cantores de cueca...
-Había mucha gente que cantaba muy bonito, el mismo viejo Santa María, con el que canté cuando niño, el Negro César, Carlos Godoy, el Mario Catalán...
El preso del puñal, yo leí por ahí...
-Noooooo, ¿quién le contó eso? Si ese güeón hubiera venido a cantar a aquí, yo le pego con la mesa. Ese güeón era batería de casa de putas. ¿Quién le dijo esa güeá?
Lo leí en un artículo de Mario Rojas...
-Mire, dígale a Mario Rojas que dijo el Bauchita que aprendiera del folklore, dígale que yo digo. ¡No poh, ta güeveando!-grita, indignado-si ese era BATERÍA, NO CANTOR. Igual que si el Buey fuera cantor. Por eso que le digo, hay güeones que no saben nada de folclore. ¡Mira al güeón que ponen de cantor!-remata, indignado.

Por Joaquín Riveros · Fotos: Alejandro Olivares
The Clinic
Jueves 11 de Septiembre de 2008 · Año 9 · Nº 259

jueves, 4 de septiembre de 2008

Cueca

La cueca no tiene un origen claro y sus formas sonoras y coreográficas cambian según sus cultores o la zona del país donde se interprete, sin embargo, y sobre todo en los últimos años, su condición de baile nacional está lejos de ser cuestionado. Porque tras el final de la dictadura militar, donde la cueca fue asociada a las expresiones más rancias y del folclor y a los actos oficiales del aniversario patrio, este género experimentó un extraordinario desarrollo, con nuevos y viejos músicos poniéndola en discos y escenarios. Y es así como hoy día en Chile es posible escuchar cueca en vivo en cualquier momento del año, con una vitalidad que hace honor a su condición de símbolo nacional.

Entre las varias teorías sobre el origen de la cueca hay dos predominantes. La primera es aquella que ve a la cueca como una derivación de la zamacueca peruana. Este baile, cuyo soporte de interpretación es el piano, habría llegado a Chile por medio de partituras para ser interpretada en salones de baile desde 1824. Desde ahí habría pasado al campo, donde se adoptó su nuevo nombre y se desarrolló como baile, por lo que el origen de la cueca la situaría esencialmente como un baile campesino.

La otra teoría sostiene el origen arábigo-andaluz de la cueca. Sus maneras de impostar la voz, el uso de determinados instrumentos como el pandero hexágonal y la forma de cantar en rueda, le brindan evidentes semejanzas con los cantos moros que se desarrollaron en España tras la ocupación arabe entre los siglos IX y XVI. Por eso, la cueca sería sobre todo un canto más que un baile, asociado a espacios de concentraciones humanas, es decir centros urbanos.

Ambas teorías, que se afirman en sendos estudios históricos, musicológicos y antropológicos, de alguna manera coexisten hasta hoy. La cueca campesina versus la cueca urbana son hoy los dos modos fundamentales del género, aunque durante años pareció que la vertiente rural era la única forma de expresión de la cueca.

Es que al margen de su origen preciso, fue del campo desde donde se recogió la cueca a fines del siglo XIX, en tiempos en los que las distinciones entre campo y ciudad eran bastante tenues. Décadas después, hacia los años '20, la cueca fue llegando a los salones de baile de la elite económica y política, que justamente buscaba símbolos típicos para construir la identidad nacional. Son los tiempos de los grupos de huasos y de la idealización del modo de vida campesino que se levanta ante el crecimiento de las ciudades y el surgimiento de los primeros conflictos sociales.

Es entonces cuando la cueca adopta modos más elegantes y sofisticados de bailar, para adecuarse a la solemnidad de los bailes de salón. Su posterior grabación en los discos de 78 fue, entonces, la que llevó a agregar introducciones y presentaciones, en virtud de la necesidad de llenar tres minutos de grabación con piezas musicales que son por definción más cortas. De esa manera se configuraron las formas de la cueca campesina tradicional, que en las décadas siguientes tuvo un especial desarrollo con compositores e intérpretes de la música típica: el Dúo Rey-Silva (1935), Los Hermanos Campos (1935), Fiesta Linda (1953) y Silvia Infantas y los Cóndores (1960), entre muchos otros.

Al mismo tiempo, sin embargo, la cueca urbana desarrollaba otra historia, subterránea y lejos de salones y discos. Llamada cueca brava o chilenera, esta vertiente del género se cantaba en ruedas en mercados, prostíbulos y cárceles, con temáticas bastante menos bucólicas, y con una virtual prohibición por parte de las autoridades.

Recién en los años '40 esta cueca cuenta con un reconocimiento oficial, cuando el Dúo Rey-Silva graba cuecas del veguino compositor Mario Catalán: "Aló aló", "Lárgueme la manga" y "Arremángate el vestido", introduciendo nuevas temáticas a un género dominado por temáticas del tipo "La rosa y el clavel" y "Los lagos de Chile" (Petronila Orellana) y "La consentida" (Jaime Atria), cueca con caracter de canción nacional. El nacimiento de Los Perlas, que más que huasos se caracterizan como "rotos chilenos", las cuecas de Segundo Zamora y las grabaciones de Los Chileneros a instancias del grupo Aparcoa, le van abriendo un espacio a la cueca chilenera que se pierde tras el golpe militar de 1973.

En ese momento, el gobierno militar, como suele ocurrir con los regímenes autoritarios, recogió la vertiente más campesina y desprendida de conflictos de la cueca para levantarla como baile nacional, entregándole junto a las tonadas y la música típica una exagerada difusión. En 1978, de hecho, un decreto oficial de la Junta Militar reconoció a la cueca como baile nacional.

Sólo en los años ‘90 esta rigidez de la cueca se rompió. Las investigaciones de Samuel Claro Valdés, Fernando González Marabolí y el músico Mario Rojas, sumados al tremendo impacto masivo de las grabaciones de Los Tres de las "cuecas choras" de Roberto Parra (un tipo de cueca urbana asociada a la familia Parra), dieron un nuevo impulso al género. Los Chileneros volvieron a un estudio de grabación, aparecieron grupos como Los Santiaguinos, Los Paleteados del Puerto, Los Afuerinos, Las Capitalinas, Los Tricolores, entre muchos otros, quienes protagonizaron un serio y creativo acercamiento a la cueca chilenera.

Hoy ambas cuecas siguen conviviendo, y se presentan en distintos escenarios en Chile a lo largo de todo el año. A ellos se suman las expresiones regionales de la cueca: la cueca nortina, adaptada por bandas a los sonidos nortinos y con ausencia de texto, y la cueca chilota, conocida como cueca larga, cuya estructura no está limitada a las dos estrofas de la cueca de la zona central, sino que a una secuencia indeterminada de seguidillas.

A estas formas típicas de las cueca se suman los experimentos cuequeros que han realizado músicos provenientes de otros géneros de la música popular: Las cuecas espaciales de Florcita Motuda en los '70 ("Esa niñita desnuda"), las cuecas de Los Jaivas ("La quebrá del ají", "Cholito pantalón blanco"), de Joe Vasconcellos ("Frutillas") o del grupo Congreso ("Arcoiris de hollín"). Si bein estos son casos espéciificos, su existencia muestra la enorme cantidad de colores de la cueca, y la buena salud que hoy goza en la música popular chilena.

Jorge Leiva

lunes, 4 de agosto de 2008

La disco chilenera


Presentan serie documental con los pura sangre de la Cueca Brava.


La productora Ganso Cojo registra el olor del ritual que se reproduce en Santiago y Valparaíso. Se aprecia la carne al hombro en los mataderos y la rayuela fugitiva en la población Los Nogales. Son las historias de 16 grupos en 12 capítulos que serán emitidos por la señal internacional de TVN y por la Cineteca. Es cueca y calle de espaldas al poder, reproduciéndose en libertad.

El ganso cojo vive en una callejuela que nace en calle Exposición, frente al murallón oriente de la Estación Central. Desde unas jaulas, pollos y conejos apretujados escrutan a un vagabundo.
Huele a fruto seco, orina, pipeño, salmón ahumado, caca y piel de cabrito.
El ganso cojo toma agua desde un recipiente plástico. Los conejos y los pollos miran su libertad con envidia y él parece feliz en su desnivel.
La productora Ganso Cojo tomó el nombre del ave callejera para poner en escena la serie documental "La cueca es brava": 12 capítulos que narran las historias de 16 grupos representantes de la Cueca Brava de Santiago y Valparaíso.
Se trata de un año de grabación, 280 horas de material, 4.200 kilómetros recorridos, 80 litros de vino y miles de chunchules engullidos para conseguir las mejores imágenes de la escena que se vive en Franklin, la Vega o Estación Central, como reproducción genética de una fiesta que, de espaldas a la elite, se remonta a las chinganas de los orígenes de la República.
"La cueca es brava" es una road movie que pasa por lugares sacados de otro tiempo, como el club de rayuela de la población Los Nogales, boliche donde tocaba el legendario Nano Núñez, mezcla de cantina, gradas y viejos chichas con cara de guante, que miran con desconfianza al afuerino.
La serie -se presenta este miércoles a las 19 horas en el Galpón Víctor Jara, en agosto será emitida por la señal internacional de TVN y en septiembre en la Cineteca- penetra en la intimidad de ese mundo y registra las ceremonias de los artistas antes de subir al escenario, su sobrevivencia económica recorriendo mataderos, ferias, picadas urbanas; registra el fervor de la actuación, el desafío sexual que carga de energía erótica el baile, el maquillaje coqueto de las cuequeras y el nudo firme de la corbata roja sobre la camisa negra del músico.

NO AL ESQUINAZO

Claudio Martínez (montajista), Carlos Saravia (camarógrafo y director de fotografía), Luis Parra (director y productor) y Juan Saravia (asistente de dirección) dan a conocer la realidad actual de la movida quebrando el espacio reservado a la cueca-folrclore-decorativa que tiñe la televisión en Fiestas Patrias.
"La cueca es brava" es el desquite del equipo contra la tiranía del espacio y tiempo de programas tipo "La cultura entretenida". Ganso Cojo rehúye la mirada dieciochera con olor a militar e imposición escolar de septiembre, conoce los códigos de la calle y los utiliza para pasar piola en el retrato de unos zapatos que machacan suelos durante todo el año.
"Fue un honor conocer al grupo de 16 cuequeros", dice el director, entre los que están Los Truqueros, Abarcoa, Daniel Muñoz y 3x7 21, Las Torcazas, Las Niñas, Los Paleteados del Puerto o Los Chinganeros. "Se nos abrieron puertas nunca exploradas con cámara", dice Carlos Saravia, y se agradece. Los capítulos duran una hora y viajan a las entrañas del saber popular vernáculo.
Es una lástima que sólo los chilenos que viven en el exterior lo puedan ver. Aunque "La cueca es brava" se mueva en circuitos como la Cineteca o a través de DVD, el público masivo, que es atontado con "Rojo" a diario, podría tener al menos la posibilidad de conocer el restaurante El Colchaguino, la Zona de Cuecas de Luis Fuentes en Av. Matta o los mejores porotos a $ 800 de la antigua Chimba.
"Si no lo compra ningún canal vamos a buscar medios alternativos para darlo a conocer. Es injusto que esto se dé pa’ fuera no más o por internet a las cuatro de la mañana", dice el equipo a pasos del ganso cojo, que camina feliz en su desnivel mirando con dignidad a los pollos enjaulados.

Rodrigo Quiroz Castro
La Nación Domingo
Domingo 15 de junio de 2008

lunes, 14 de julio de 2008

La reina de septiembre


A nivel nacional, este puerto concentra el mayor número de clubes y entidades que difunden y practican nuestro baile nacional.
Que aprender a bailar cueca es sólo para talentosos es un mito, subrayan los cultores de la danza nacional, de la misma forma en que echan por tierra aquella creencia de que únicamente en septiembre despierta el espíritu por escucharla y practicarla.
Basta oír los primeros sones de "El guatón Loyola", tan emblemática como la canción nacional, de "La consentida", o de "La rosa con el clavel" para que de inmediato las palmas se plieguen al unísono en el típico "¡clap, clap... clap, clap... clap, clap...!" con el que se advierte, es hora de "cuequear".
Robinson Olivares, fundador y presidente del club de danza "Alma de Chile", recuerda los emocionantes instantes en que Nicolás Massú competía por el oro en Atenas y de fondo, entre la algarabía del público, destacaba el inconfundible compás que los chilenos tienen internalizado desde que nacen y que lo marcan espontáneamente con aplausos cuando se sienten motivados por alguna situación asociada a su identidad.
Es la impronta de este símbolo patrio que para muchos sufre falta de difusión. Craso error, sostienen los expertos. De partida, el puerto de Valparaíso ostenta la mayor cantidad de grupos folclóricos del país que tienen como objetivo, entre otros, divulgar y fomentar la cueca durante todo el año y entre los niños a edades cada vez más tempranas.
Olivares ha sido testigo desde mayo de 1990, cuando se fundó el club que hoy dirige. "Empezamos con 14 alumnos y hoy tenemos más de 200. El interés por aprenderla es una constante, no sólo en septiembre. Todos los meses hay convocatorias en las que hacemos muestras de los diferentes tipos de cueca (ver segundo tema) y siempre los salones se llenan". Más de tres mil personas la han aprendido en los 14 años de existencia del "Alma de Chile".
Otro error frecuente es creer que solamente la bailan las personas mayores y que a la juventud no le interesa. Según Olivares, la afluencia de jóvenes en las clases es cada vez más notoria. "Por esta razón es que organizamos junto con la Corporación Municipal y el Museo de Historia Natural la Muestra Escolar de Cueca. Los niños son los más motivados y por eso les dictamos charlas referidas a los orígenes del baile nacional". Admite, sí, que en un principio costó lograr que los papás le dieran la importancia que merece esta labor. "Es culpa de algunos folcloristas porque hay muchas versiones respecto a los orígenes de la cueca. Muchos dicen que es peruana o le adjudican otras nacionalidades y eso no ayuda a que la gente se interese por aprender un baile que piensa que no es originario de su país".

BAILE IMPUDICO

Robinson Olivares está próximo a publicar un libro -"La cueca centrina moderna"- en el que intenta evitar que sigan apareciendo confusas teorías referidas al origen de la cueca, la que asegura es cien por ciento chilena. "No puede ser peruana, menos argentina", afirma. Según sus investigaciones, viene de la zamacueca, apelativo del que no existe un estudio etimológico, y luego, con el tiempo, se transforma sencillamente en cueca como la conocemos. Nació en Chile en 1918. "Se dice que viene de la zona atacameña, lo que tampoco es real", agrega.
Explica que surgió en nuestro país, en el seno de las clases sociales más bajas. "Cuando se empezó a transmitir este baile a los demás estratos de la sociedad se decía, incluso, que era impúdico porque la 'china' se levantaba un poco la falda y dejaba ver un poco más arriba de su rodilla; pero luego este ritual caló hondo entre los dueños de fundo que lo asimilaron como costumbre. De hecho, los que bailan no son pareja -marido y mujer- sino el patrón y la sirvienta".
Para Olivares, los distintos orígenes que se le han atribuido a la cueca surgen de errores entre los campesinos que se convierten en tradición porque se van transfiriendo de generación en generación. "Se llegó a decir que la cueca es zoomorfa, es decir del gallo y la gallina, porque emula los movimientos de estas aves de corral", lo que para Olivares es una verdadera aberración.

PERUANA ¿POR QUE?

La versión de que nuestro baile nacional es peruano es otro error. "Los chilenos llevaron la cueca a ese país con la Expedición Libertadora. Allá la asimilaron como propia. Después de la Guerra del Pacífico, como estaban enojados con nosotros, cambiaron el nombre de cueca chilena por el de cueca marinera. Así surgió la equivocación".
También se ha dicho que viene de Argentina. "Le decían zamba cueca o zamba clueca, pero son otras deformaciones de origen campesino". Olivares tampoco acepta las especulaciones de que viene de Africa. "Se dijo eso porque por Quillota había tránsito comercial de esclavos. Un comerciante francés los vio una vez bailar "Lariete", ritmo africano, y confundió ambas manifestaciones. Después, el folclorista Pablo Garrido acuñó la versión del hombre galo y de ahí surgió la idea de que la cueca es africana".
Osvaldo Gajardo, integrante de la agrupación "Los Paleteados del Puerto", que este fin de semana lanzó su tercera producción dedicada a la cueca centrina, tiene una opinión absolutamente diferente. "Hay que ser bien honestos y reconocer que la cueca no es chilena".
Gajardo advierte que, por lo general, los grupos folclóricos tienen mala fama porque poco saben de sus propias raíces. "No nos pueden echar a todos en el mismo costal. Nosotros nos preocupamos por investigar el origen de la cueca y por eso hablo con responsabilidad".
Respaldado en varias investigaciones hechas por autores connotados de quienes ha recibido publicaciones de primera mano, agrega: "Tiene influencias de Arabia, ése es el origen primitivo de la cueca chilena. Pasó por varias etapas y países, y se fue degenerando, si se quiere, hasta llegar a Chile como la cueca que conocemos". Acota que también tiene origen en Perú, donde hay bailes muy similares, al igual que en Argentina. "Es más, cantamos cuecas como chilenas y resulta que están en ediciones antiquisimas en Perú".

TRADICION Y VANGUARDIA

La agrupación "Los paleteados del puerto", nombre que le puso el conocido artista Alberto Rey, del dúo "Rey Silva", se formó en 1991, después de efectuar sus primeras grabaciones de música chilena en Sony Music, invitados precisamente por Rey, quien después de escuchar a un grupo de viejos cuequeros en Valparaíso, se alucinó y los llamó a producir un disco en Santiago. Por las atenciones que recibió de estos veteranos en cada una de sus venidas a esta zona, le surgió la idea de llamarlos "Los paleteados del puerto", pues necesitaban un nombre para grabar su primera placa. Además de Gajardo, integran el grupo Gloria Arancibia, pianista y Elías Zamora, quienes han optado por difundir y dedicarse a la cueca tradicional centrina con el ánimo de que no se pierda entre las versiones "modernas" que han ido apareciendo con bastante fuerza.
De hecho, este martes 14, "Los paleteados del puerto" protagonizarán junto con otra agrupación, "Los afuerinos", el Primer Encuentro de Cueca Tradicional y de Vanguardia, en el que "medirán fuerzas" con "Santiago Urbano" y "Mario Rojas Grupo", bandas que se han destacado por la búsqueda de sonoridades más contemporáneas en la cueca urbana, asociada al jazz o la música popular, sin abandonar los esquemas tradicionales del canto cuequero. El Teatro Municipal de Viña del Mar será sede de este encuentro sin precedentes que reunirá a representantes de varias generaciones y tendencias en la cueca urbana.
A Gajardo le cuesta admitir que no le gustan mucho estas versiones de vanguardia porque de una u otra forma desvirtúan la cueca tradicional, ya que no quiere aparecer en contra de estas manifestaciones. "Sonaría, a lo mejor, defendiendo como viejo la cueca tradicional; pero si es cueca bienvenida sea, mientras mantenga el estilo. La métrica, que es una sola, desde la chilota hasta la nortina; el patrón tiene que respetarse. La diferencia está en la forma en que se interpreta".

PASION JUVENIL

Según Robinson Olivares muchos folcloristas no están de acuerdo con estas evoluciones, pero lo importante es llegar a la gente. "Todo cambia, nuestro baile también, pero lo fundamental es que se mantenga la coreografía". Agrega que la cueca es ante todo un sentimiento y como dijo Margot Loyola, eso se nota porque el varón habla con los ojos mientras la baila.
A su juicio, basta con ver a una persona bailando de corazón para detectar sus características emocionales. "Podemos saber si está triste o está contento. Hay un diálogo permanente que se transmite a través de nuestra danza". En lo que coinciden plenamente Olivares y Gajardo es en la alta aceptación, incluso pasión, que despierta la cueca entre los jóvenes, en contradicción a la idea de que los "lolos" no salen del heavy metal, el rap o, en su defecto, de la cumbia y la salsa.
Daniel O'Ryan vive en Villa Alemana y tiene un grupo de amigos de infancia -sus edades oscilan entre los 17 y os 30 años- con los que asiste religiosamente, desde hace por lo menos una década, todos los 18 de septiembre, a la ramada "Donde Pepe".
Es para todos ellos, Daniel, Cinthya, Mario, Pablo, Marcela, Katherine...la gran oportunidad para reunirse y dar rienda suelta a sus dotes de bailarines abocados al folclor. Pero el asunto no se queda sólo en la fiebre dieciochera. Cuando tienen oportunidad, durante el año, se reúnen para enseñar y transmitir a los niños más pequeños de la comuna las emociones que produce bailar cueca. Osvaldo Gajardo es también fiel testigo de la acogida que tiene la cueca a todo nivel. "En Valparaíso y Viña del Mar, en muy poco tiempo, se hicieron cuatro cuecazos, en los teatros municipales de cada ciudad. A pesar de ser tan seguidos, en las cuatro oportunidades se llenaron los recintos. Más aún, mucha gente quedó afuera".

Para todos los gustos

Según Robinson Olivares existen 19 tipos de cueca desde la nortina hasta la sureña. Aunque él se dedica a enseñar la centrina o "huasa", los conoce muy bien todos.
"Las variaciones están en la forma. En el norte, el varón y la dama son fríos. Casi ni se miran. El baila con las manos en los bolsillos, tanto así, que bailan cuecas no cantadas".
En el centro es de otra manera. "Es una cueca más 'normal' que se destaca por el zapateo y se usa el típico traje de china -lo único que es originario de España- y el de huaso".
En el sur, el baile va tomando otro cariz. "El varón se pega demasiado a la dama, es más insistente". Añade que en todos termina el baile al mismo tiempo que la canción, excepto en el sur, que siguen bailando hasta que la música deja de sonar.
Olivares mantiene vigente el ritual que hay detrás de la cueca. "Es un cortejo que termina con la conquista de la dama por parte del varón". Asegura que a pesar de la creencia de que es un baile difícil, eso es un mito. "Los chilenos lo tenemos internalizado, todos la podemos bailar. Hay personas que la aprenden en la primera clase".
Cuenta que muchas autoridades han ido a su Club de Danza, urgidas, a aprender y han salido satisfechas y contentas. "Hemos tenido concejales, seremis, autoridades de Carabineros y de la Armada de alto grado (no voy a dar nombres). También vienen muchos profesores que buscan llegar con más facilidad a sus alumnos".
Aclara que la dificultad está en el desplazamiento y que a los hombres les cuesta más aprender que a la mujeres. "El zapateo tiene que tener gracia y encanto". Según su experiencia, la persona que quiera enseñar cueca tiene que tener condiciones que van más allá de saber bailar. "Es necesario el carácter pedagógico para que pueda transmitir el significado de fondo que hay en nuestro baile".

Fernanda García
Domingo 12 de septiembre de 2004
El Mercurio de Valparaíso

jueves, 5 de junio de 2008

Chilena


La chilena es un canto y un baile que pertenece a toda la América. Cuando llegó con los conquistadores la cueca se llamó canto a la rueda. Chilena quizás se llamó para la Independencia de los Carrera.

Nada es separable y sólo hay orden matemático en su complejo estilo, tanto en la formación geométrica como en el número exacto. Es la unidad de lo múltiple, es la totalidad y el conjunto y un organismo musical y poético. Primero la estructura unitaria de la forma escrita y después, durante su expresión verbal, al desarrollarse los 16 metros en 48 compases, sale el alma viva del cuerpo buscando el espacio infinito. Es la materia estática y el espíritu abstracto en actividad. Se entabla una lucha entre el objeto físico y la práctica del canto, o sea, cuando la expresión pone en movimiento lo inmóvil, para que se desgrane el ciclo de nuevas métricas de música y poesía, nos deja frente a un mundo único lleno de fórmulas mágicas. Es también una encrucijada donde se abarcan, se cristalizan y perpetúan todas las esencias y glorias del arte.

La chilena tiene 3 sílabas y es rueda. Chilena se tendrá que llamar a ese canto a la rueda de las fondas, que salió a la calle llamando a los mestizos a jugarse la vida por la de ellos, por la libertad de Chile. Por eso es que el tamboreo y la bulla de las fondas reviven en los días de Septiembre con los recuerdos de la Independencia. Y es así como el grito de las cortes del faraón y los califas, y el canto más difícil que tuvo la fiesta de la zambra, se transforma en himno de guerra, para combatir el coloniaje y ser la máxima expresión de un pueblo.
Fernando González Marabolí

Claro, Samuel. Chilena o cueca tradicional de acuerdo con las enseñanzas de Don Fernando González Marabolí. Ediciones Universidad Católica De Chile. Santiago, 1994.

viernes, 16 de mayo de 2008

Roto, carrilano y canalino

El roto pobre no puede ser igual que el hombre manso, porque representa la hombría de Chile y viene de una cultura que nunca arrastró ni arrastrará cadenas. Lucha sin ser mandado ni humillado por nadie, quiere ser alguien en la vida o que lo sean sus hijos, pero sin dejar de ser chileno y sin convertirse en máquina que trabaja para que otro goce. Se explota solo, sin correr por otro que está sentado, y menos por el "cutriaco" que lo desprecia. No porque lo considere que sea inferior sino porque necesita despejar la cancha. El roto no se deja arrebatar la patria.
Por eso que contra el roto apuntan todos los cañones de la máquina colonialista. Al roto y al huaso no es llegar y meterle el diente: son y serán huesos duros de roer. El roto no usa espuelas, por eso tiene en las manos las estacas del gallo, el cuchillo que se pasa de una mano a la otra. El roto anda armado y sabe manejar las armas, con ellas se ha hecho y se hace respetar como hombre, entre aventureros de cualquier raza o color. Se consideran dueños de Chile y son los pilares más firmes de la nacionalidad. Como sobrevivientes de la Independencia, son los únicos que guardan, conservan y defienden los más altos valores de la cultura propia.
La cultura árabe es una cultura oral muy fuerte, no es llegar y sacársela porque es una mentalidad despierta. Por eso dicen que el roto es despierto, desconfiado. Pero es instintivamente desconfiado del hombre culto porque se le ha eliminado, se le ha perseguido. Edwards Bello escribió un libro sobre los rotos que es contra los rotos: "roto explotador de mujeres pobres, de casas de remolienda". La palabra roto, roterío, no vale nada. También hay cuecas. Una dice:

Los rotos para la patria
ya valen menos que un perro
los pudren en los presidios
con los vicios del encierro

Roto es palabra digna y no es sinónimo de rotoso. El verdadero chileno es roto no porque ande mal vestido ni se haya botado a la degeneración, la diferencia entre el roto y el colonizado es por costumbres no por la ropa. El roto es un gallo libre, dueño de una cultura, que tiene todas las cosas tradicionales. El otro está europeizado porque entregó la bandera.
Estos son versos fuertes del auténtico roto. Éstos ya no se cantan porque los toman como una indirecta. Antes, en rueda, era como una escuela: pasaban horas escuchando estos versos:

con cuchillos de palo
los canalino
le enseñan a pararse
y a los chacrino

Otra cueca dice:
Nunca serán los rotos
pura bolina
se la juegan en Chile
y en la Argentina

Otra:
Yo no tengo más casa
que los caminos

Otra:
Formando rotos chilenos
pasaban los canalinos
ponían valiente al manso
las cuecas de los caminos

Fernando González Marabolí

Claro, Samuel. Chilena o cueca tradicional de acuerdo con las enseñanzas de Don Fernando González Marabolí. Ediciones Universidad Católica De Chile. Santiago, 1994.

miércoles, 16 de abril de 2008

Barrio de La Chimba: La puerta de la Independencia

La actual Avenida Independencia, por donde en 1817 entró triunfante el Ejército Libertador, puede ser llamada con propiedad la calle más antigua de Chile. Variante del camino del Inca y durante varios siglos el principal acceso a Santiago, fue la puerta de entrada de los conquistadores españoles. Eje vital de una zona separada de la urbe por el cauce del Mapocho que, si bien por largo tiempo mantuvo su condición segregada de la ciudad, fue a la vez un espacio de inmensa significación en su desarrollo social, político, cultural, económico y religioso.

El valor de esta avenida quedó consignado en la introducción del libro "Patrimonio arquitectónico de la comuna de Independencia", publicado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, en conjunto con el municipio y con el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile. Con la ayuda de este texto te relatamos parate de la historia de la calle Independencia.
Atravesando la amplia comarca existente al norte del rio Mapocho, los conquistadores llegaron a Santiago en diciembre de 1540. Antiguo asentamiento prehispánico, el territorio que hasta el final de la Colonia fue conocido como La Chimba, estaba poblado de caseríos indígenas y tierras de cultivo irrigadas por la acequia de Vitacura. Allí, a los pies del cerro de Huechuraba, hoy Cerro Blanco, don Pedro de Valdivia instaló su campamento previo a la fundación de la nueva ciudad, luego de haber recorrido desde el valle de Aconcagua el llamado "camino de Chile". Este antiguo camino, que corresponde a la actual Avenida Independencia, era una de las variantes del "Camino del Inca", y constituyó durante largo tiempo la principal via de comunicación entre Santiago y el norte del país.

La fundación de Santiago, desde la rivera sur del Rio Mapocho, a partir del cerro Santa Lucia, implicó que con el paso del tiempo, el área que se extendia al norte del caudal empezara a ser conocido como La Chimba, vocablo de origen quechua que significa "de la otra banda", señalando claramente la condición extramuros de arrabal. De hecho, el rígido trazado urbano no traspasó hacia la rivera norte del rio, en donde se generó un caserio espontáneo en el que se instaló parte importante de los indios dedicados a la servidumbre de la ciudad, que intentaban mantener sus tradiciones en un proceso inevitable de extinción cultural.

Con el tiempo, se fueron sumando a ellos talleres de artesanos que conformaban la mano de obra demandada por la urbe. La Chimba, con su particular ocupación , se convirtió en un espacio con una forma de vida distinta, caracterizada por el relajo de las costumbres populares y campesinas y ajena a los apuros de la emergente ciudad.

Más al norte de los ranchos ribereños los españoles se repartieron terrenos dedicados a la agricultura, para satisfacer las necesidades alimenticias de sus familias. Allí Pedro de Valdivia tenía una extensa chacra que luego fue dividida en varias parcelas. Algunos de estos predios fueron cedidos a conventos y monasterios que se asentaron en la zona aprovechando la tranquilidad y la condición de aislamiento con respecto de la urbe. El primer convento que se fundó fue la Recoleta Franciscana, en 1647 que acogió prontamente al culto de la creciente población de La Chimba. Hubo que esperar un siglo para la instalación de la Recoleta Dominica. En tanto, en 1770 se levantó el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de San Rafael.

Avenida histórica

El camino de Chile, bautizado tras la conquista como "Cañada de la Chimba" fue más tarde, y hasta el final de la Colonia, denominado "Camino Real de la Cañadilla". Este nuevo nombre alude a su importancia como la principal via de entrada y salida a la urbe, convirtiéndose en el paso obligado de todo el comercio que provenia de Buenos Aires y de Cádiz por la cordillera, o el que iba a Lima y a Charcas por el puerto de Valparaíso. A sus orillas, desde el margen norte del Mapocho hasta las inmediaciones de Huechuraba se sucedian propiedades agrícolas originadas en la obtención de mercedes de tierra, varias de las cuales fueron destinadas a viñas. Mientras que en la parte ribereña fueron habituales los molinos que aprovechaban el agua del rio.

En 1772, con el objetivo de unir las dos riberas del rio, que sólo estaban conectadas por un puente de madera, se comenzó a construir el puente de Cal y Canto, una de las más ambiciosas obras ejecutadas hasta entonces en la urbe. Con unos pocos albañiles y 80 presidiarios se inició el levantamiento de la enorme estructura diseñada por el ingeniero militar José Antonio Birt que cambió completamente la apariencia del sector. Así, la Cañadilla, que quedó directamente comunicada con la ciudad, dejó atrás su carácter aislado. A uno y otro lado de la calzada, complementando el puente, se levantaban la quinta del Corregidor y el convento Carmelita generando un notable conjunto que engalanaba la entrada norte a la ciudad, gracias al impulso del corregidor de la ciudad, Luis Manuel de Zañartu.
Bajo la administración de Ambrosio O'Higgins, en la última década del siglo XVIII el antiguo camino adquirió la condición de calle, ordenándose la ejecución de una serie de mejoras. La mayor parte de las chacras originales se convirtieron en agradables quintas suburbanas con casas de descanso de importantes personajes coloniales. Es el caso del Obispo José Antonio Martínez de Aldunate, cuya residencia fue torpemente demolida en 1973. Por su parte, el puente de Cal y Canto también fue objeto de transformaciones, entre ellas la construcción de los quioscos en el costado poniente, convirtiéndose en un paseo de moda a pie, a caballo y e toda clase de vehículos. Era un paseo acostumbrado ir por la Cañadilla hasta el Callejón de los Olivos, que conectaba con el Camino de la Recoleta, por donde se retornaba a la ciudad.

En 1808 fue construida iglesia de Nuestra Señora del Carmen, parroquia principal de la Cañadilla, la cual fue destruida por un terremoto en 1822. El actual templo fue levantado en 1890.

Al finalizar la Colonia, La Cañadilla ha sido escenario de parte importante de la historia de la ciudad. Desde la entrada de los conquistadores españoles, en 1540, han pasado por ella viajeros y carretas cargadas de productos agricolas de las chacras destinadas a abastecer la ciudad, y se han amontonado multitudes dando el recibimiento a algún gobernador. Sin embargo, el período de mayor agitación en el antiguo Camino Real, es el de los turbulentos años finales del régimen colonial: Por la Cañadilla los patriotas abandonaron la ciudad con destino a Mendoza tras el desastre de Rancagua, en 1814. Por la misma via, en 1817, el ejército libertador retornó triunfante tras las victorias de Coimas y Chacabuco, marcando un hito glorioso en la historia de esta tradicional via de acceso a la ciudad. A ello se debe su actual nombre de Avenida Independencia, el que adquiere al iniciarse el siglo XX.

En el gobierno de Bernardo O'Higgins se creo en el sector de La Chimba el Cementerio General, que fue inaugurado en 1821, y en donde fueron enterrados la gran mayoria de los personajes claves en la construcción de la nueva República. Con la instauración de la República, sin embargo. la Chimba no modificó mayormente su singular carácter de sector separado de la ciudad, con respecto a la cual mantenía incluso un cierto sentimiento separatista. Son ilustrativos en este sentido los relatos sobre las guerras de piedras entre chimberos y santiaguinos, que utilizaban el cauce del Mapocho como campo de batalla, contando con gran número de espectadores. Es recién con Vicuña Mackenna, intendente de Santiago entre 1872 y 1875, que se concibe la pertenencia integrada del sector ultramapocho al conjunto de la ciudad tradicional.

http://www.nuestro.cl/
Septiembre 2003

lunes, 24 de marzo de 2008

La cueca y su origen

La cueca, conocida también como chilena o marinera en otros países de América, es una danza de raigambre arábigo-andaluza.
Benjamín Vicuña Mackenna postulaba que la palabra originaria fue Zambaclueca, adjudicándole así una raíz africana mezclada con elementos criollos, donde la palabra “zamba” significa baile en el idioma africano Bantú, y “clueca”, la fase cuando la gallina deja de poner huevos y busca donde empollar. En su diagnóstico, y basándose en apuntes escritos por Jullien Mellet en 1823, señala que el origen del baile y música se refiere al Lariate, danza que había sido advertida en el Caribe y que fue introducida por los africanos en la zona de alojamiento en su viaje a Perú, es decir, en la zona de Quillota y El Almendral.
Carlos Vega, referente en el estudio de la cueca, postulaba que ésta provenía de la zamacueca, baile peruano derivado de la zamba, de influencia africana y criolla, y que había llegado a Chile en el siglo XIX, precisamente hacia el año 1824, adquiriendo características propias. Luego este mismo baile habría vuelto al Perú desde aproximadamente 1860, donde sería conocido como cueca chilena o, simplemente, chilena, término que se abolió luego de la Guerra del Pacífico para ser llamada “marinera”. También se expandió hacia los demás países vecinos: Bolivia y Argentina. A mediados del siglo XIX, la cueca ya era conocida en gran parte del territorio nacional con características propias y melodías originales, siendo interpretada y bailada tanto en aristocráticos salones como en populares centros de reunión.
Respecto al nombre, Carlos Vega ha postulado que el término zamacueca viene de los vocablos “zambala”, que identifica a la mujer mestiza mezcla de negro e indígena, y “clueca”, referido a la fase de la gallina anteriormente precisada. Por otra parte Fernando González Marabolí, cuequero, y Samuel Claro, musicólogo, en vista de la conclusión que la cueca es una versión mestiza americana de la canción popular de la zambra arábigo-andaluza, la misma conclusión de Pedro Humberto Allende, y que arribó a América en el período de la conquista, postulan que el término es “zambraclueca”, proveniente de la fiesta morisca conocida como “zambra”, y con la misma acepción respecto a “clueca”.

http://www.memoriachilena.cl/